jueves, 19 de enero de 2012

TÍTULO DE BACHILLER EN VIOLENCIA

     Unicef junto a Cecodap en 2008 iniciaron una investigación acerca de la violencia escolar en Venezuela.


     Con el sonido de un “fosforito” fue confundido lo que en realidad fue un disparo, propinado por un alumno de un 1er año de ciencias a su compañero de clases. Lo alarmante del caso es que sucedió en las instalaciones de la Unidad Educativa Nacional “Vicente Salías” ubicado en la ciudad de Los Teques, estado Miranda.

     En esta ciudad está declarada la guerra, entre alumnos, contra profesores e inclusive contra otras instituciones de la zona.

     En los datos publicados en el portal del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), se reseña que hay más de 6 millones de adolescentes matriculados en el sistema educativo venezolano, entre 7mo grado y 5to año, en más de 25.000 instituciones públicas.

          Entre botellas, navajas, hojillas e inclusive armas de fuego reciben las lecciones diarias, impartidas por los pocos profesores que se atreven a ejercer la profesión, los alumnos de las unidades educativas públicas de los Altos Mirandinos. Aunque se debe destacar que la violencia escolar no solo ocupa la zona metropolitana, es una situación que se ha expandido por todo el país.

      Antonio Carmona, quien es psicólogo social, explica que la razón por la cual existe tal grado de violencia en las escuelas y liceos es porque estas están siendo “(…) salpicadas de lo que está pasando afuera, porque ésta inserta un incremento de violencia que se hace más radical en la sociedad”

     Aunque el tema ha sido seguido por los medios de comunicación social, la mayoría de las historias se guarda bajo candado en las instituciones, en las cuales el tema es un secreto a voces, “a pesar de todas las normas de convivencia que se imponen, sabemos que los alumnos entran a la institución hasta con armas de fuego, trabajamos en zozobra” declara la profesora Marlene Castro, de la Unidad Educativa Nacional Vicente Salías.

     Durante el año escolar 2009-2010 en la Unidad Educativa Nacional Vicente Salías ocurrieron hechos que llevan a reflexión, ni siquiera los jóvenes dentro de las casas de estudio están exentos de la ola de violencia social que invade al país.

     “Cuando después de un altercado verbal una alumna de 9no grado haya salido de la institución, y luego de unos minutos volviera con una hojilla, con la cual tuvo la intensión de de cortar el cuello de otra alumna, buscando hacerle una herida de muerte, demuestra que ya no son simples amenazas” declara la profesora Castro, quien en sus 23  años de servicio en el liceo ha presenciado gran cantidad de actos violentos.

     Lo más alarmante es que ya ni siquiera se respeta el símbolo de autoridad que un profesor representa, y quedó demostrado en el año 2008, cuando la profesora Elizabeth Brito tuvo que pasar por el quirófano, a razón del desgarre de un tendón del pie que le causo la explosión de una bomba molotov que le fue lanzada por uno de los alumnos mientras caminaba por los pasillos de la escuela.

     A sus 18 años, Iván Pavón estaba en 8vo grado, y por aplicación del artículo 109 del Reglamento de la Ley Orgánica de Educación, perdió la materia que tenia de arrastre. Tras conocer la noticia salió de la institución, regresando en horas de la noche, pretendiendo amedrentar al personal de la casa de estudio, en especial a la profesora que imparte la cátedra, Yaneth Castro

     Cuando el alumno irrumpe en horas de la noche en la casa estudiantil, armado con líquidos inflamables, con la intensión de incendiarla, se pone en evidencia que en el sistema educativo venezolano hay serias deficiencias, tanto en las edificaciones donde se imparte, como en los valores que se enseñan.

     El resultado que arrojo esta acción del joven Pavón fue su detención, con apertura de expediente en el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, referido a un psicólogo para recibir tratamiento medico. Para la profesora, el resultado fue un acoso físico y psicológico por parte del hermano y de la madre del joven.

     “Hace 50 años en la sociedad venezolana se respetaba al estudiante, aun cuando viviera en barrios, los mismos malandros pedían respeto por ellos, porque serian quienes sacarían adelante al país. Ahora se aprovechan de los muchachos que estudian, hasta los mandan a vender drogas al liceo” comentó Eusebia Lovera, quien se siente preocupada, pues 4 de sus 7 hijos se ejercen como profesores en instituciones publicas

     Quien tiene la posibilidad de relacionarse con personas que tengan que ver con el ámbito de la educación en Venezuela, sabe que la deserción de alumnos está aumentando, pero también está aumentando la deserción de profesionales que se formaron para educar, la razón: temor a que algo pueda suceder con su vida; prefieren dejar su carrera y dedicarse a otras labores.

     Se conoció que un profesor de química del liceo Guarenas de Los Teques reprobó a todo el salón en una evaluación de alta ponderación. De ahí el hecho de que un alumno decidiera negociar con él, evocando aquella escena donde el alumno coloca una manzana en el escritorio, el muchacho coloco un arma de fuego, diciéndole con esto que decidiera entre cambiar la nota del curso o seguir con vida.

Solidaridad Ciudadana

     Cecodap, organización que defiende los derechos de los niños y adolescentes, señala que en 2008, por primera vez en la historia de esta institución, todas las solicitudes de asesorías tienen relación con la temática de violencia escolar.

     Mireya Lozada, psicóloga social de la Universidad Central Venezuela, explica que la violencia se está estableciendo como forma cultural, se legitima en la televisión, en los juegos, en Internet, además de la violencia social del país.

     Geraldine Morillo, psicóloga comunitaria de la Universidad Católica Andrés Bello añade que: "Es una respuesta a la escalada de violencia generalizada, y se da en todos los estratos sociales, con sus diferencias".

     Ante esta realidad, las investigadoras Gladys Delgado y Anayancy Rodríguez, de la Universidad Nacional Abierta y del Instituto Pedagógico Libertador, respectivamente, crearon el Observatorio Venezolano de Violencia Estudiantil.

A manos del  Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia

     Según explicó el abogado Edwin Rojas, el informe realizado por Comisión Nacional para la Reforma Policial (Conarepol), acerca de la violencia escolar alertó las autoridades responsables de la seguridad ciudadana. “Y es que la edad en la que los muchachos empiezan a delinquir es cada vez menor”, dijo Rojas. Por eso y en vista del incremento en las denuncias de lesiones graves en los colegios, se tomó la decisión de implementar un plan que logre reducir y desaparecer el problema.
 
     Se comenzó con charlas y seminarios contra la violencia en las escuelas, y en su fase inicial se realizaron más de 730 en Caracas. Esta iniciativa, enfatizó Rojas, contará además con el apoyo del Plan Nacional de Prevención del Delito y Seguridad Ciudadana y del Plan el Policía va a la Escuela que se adelanta con la Policía Metropolitana.

     El método consiste en reducir los índices de violencia en los liceos; los delitos que se presentan dentro de las escuelas son lesiones personales provocadas con armas blancas o de fuego, el microtráfico de drogas, el robo y hurto. Se trabaja con las estadísticas que registra el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas. Gracias a esos reportes, hemos detectado casos de violencia escolar, aunque se ha detectado que la mayoría de los hechos de violencia no se denuncian

     Rojas destacó que este plan se lleva a cabo para atacar el problema de la violencia social desde la raíz, “antes de que se convierta en un caldo de cultivo para la delincuencia, por ello comenzaremos con el despliegue de este plan en las escuelas”

     A pesar de que estos planes llevan un largo tiempo de ejecución, la violencia en el sistema educativo venezolano no se ha aminorado, por el contrario ahora todos los niveles de educación, desde la escuela primaria hasta la educación superior se ve afectado con los  embates de esta.

     Y ahora que es más frecuente que se reseñe acerca de  víctimas de ataques violentos, sin distinción de sexo, edad ni clase social, todas   personas de la comunidad educativa, padres, representantes, alumnos, personal de la institución e inclusive ciudadanos ajenos a esto, abogan por un estudio que arroje una verdadera solución a la violencia que ahora azota a los futuros profesionales del país.

Iramarú A. Ruíz

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