miércoles, 18 de enero de 2012

El Ballet en Venezuela

“Yo os digo… que la danza, a mi entender, no se limita a ser un ejercicio, una diversión, un simple arte ornamental, ni si quiera un juego de sociedad a veces; es una cosa muy seria, y hasta en ciertos aspectos, venerabilísima. Toda época que haya comprendido el cuerpo humano, o que haya experimentado al menos, ese sentimiento de misterio que lleva implícito, los recursos, las limitaciones, la ambivalencia de energía y sensibilidad que lleva consigo, ha cultivado, ha venerado la danza.” Así describe a la danza, en resumidas lineras, Paul Valéry, escritor francés de los años 70 y 80, y amante de la poesía.

El ballet, específicamente, ha sido visto a lo largo de los años como una manifestación del arte. Sin embargo, más que eso, hablamos de una de las disciplinas más complicadas y dedicadas del mundo entero. Muchísimos son los días de ensayos y de cansancio que los bailarines consagran para lograr composiciones perfectas y con el mínimo margen de error. En cualquier rincón del mundo donde esta danza se revele las experiencias serán muy parecidas: desde las escuelas de ballet más pequeñas, hasta aquellas grandes y costosas, siempre la constancia y la disciplina serán lo que formará a bailarines excepcionales.

Durante la Edad Media no se conocían más que bailes populares y danzas donde los caballeros llevaban a sus parejas por el dedo meñique mientras se movían guiados por una pieza. Este desorden medieval se fue organizando a partir del renacimiento: este movimiento, luego de revolucionar tradiciones religiosas, las artes plásticas y la filosofía, no se podía quedar atrás con la danzas.

En un principio los bailes y escenarios fueron solo para hombres, se contaban historias que pertenecían a la mitología griega o aquellas donde caballeros luchaban en las guerras. No fue sino hasta el siglo XVIII que las féminas tuvieron la oportunidad de participar. Durante ese siglo también nace la iniciativa de que las mujeres de eleven sobre las puntas de los pies, de manera de crear el efecto de esbeltez y ligereza sobre las tablas, característica que marcó y marcará por siempre un distintivo único en las bailarinas de ballet. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XIX cuando Felipo Taglioni construye las primeras zapatillas de puntas utilizadas por primera vez por su hija Marie Taglioni, una de las bailarinas más importantes de aquel momento.

La historia del ballet inicia a mediados del año 1500 en Italia, donde un grupo de personas se encargaban de entretener a los invitados en las grandes fiestas que ofrecían los reyes. Fue así como la danza se convirtió en el centro de la vida cortesana en el país. En esta manifestación se unía la danza, el teatro y los “bailes con pantomima”. “El balleto”, como se le denominó inicialmente, llamo la atención de la reina Catalina de Medici, por lo que llevó esta nueva manifestación artística a Francia, donde se crea la primera escuela de ballet bajo el nombre “Escuela Real de las Artes”.  De aquí el origen de los nombres de los pasos, todos escritos en francés tales como: attitude, fouetté, Chassés, entre otros.

Muchos son los nombres que deben ser mencionados cuando de ballet se este hablando. Personajes que marcaron un antes y un después y que sin duda alguna cambiaron, en diferentes sentidos, la historia que arrastra esta disciplina, 
Edgar Degas
por ejemplo: Marie Camargo, fue la primera bailarina en remover los tacones de sus zapatillas, y la primera en acortar su falda para bailar. Mariu Petipá, coreógrafo creador de los famosos ballets Don Quijote, Paquita, El lago de los Cisnes, La Bella Durmiente y el Cascanueces. Peter lich Tschaikovski, Debussy, Stravinsky y Mozar, grandes compositores que dedicaron parte de su vida en crear piezas para el ballet. Carla Fracci (Italia), Rudolf Nureyev (Unión Sovietica), Maya Plisétskaya (Rusia), Mikhail Baryshnikov (Letonia), Isadora Duncan (Estados Unidos), Alicia Alonso (Cuba), entre otros grandes interpretes que han deleitado millones de escenarios a nivel mundial. Edgar Degas, pintor y escultor francés conocido particularmente por su visión peculiar sobre el ballet.                                                                                                                    

El Ballet alrededor del mundo
Poco a poco esta maravillosa disciplina se fue emancipando alrededor del mundo y gracias a eso es lo que hoy en día conocemos. A pesar de que sigue un conjunto de normas y reglas, el ballet se ve susceptible a los cambios que el mundo mismo va teniendo. “El ballet es un arte tan multiforme como la vida y tan cambiante como esta… El ballet reina en cada país, pero con un espíritu diferente, modelado por su propia historia, su clima, sus habitantes, sus costumbres: Francia es sensible a la gracia, Alemania al expresionismo, Rusia al realismo, África al misticismo.” F. Reyna, Historia del Ballet, Edición: Madrid, Manuel Tamayo, p.165.



   Alicia Alonso

Esto, incluso, se refleja en la práctica y enseñanza. Existen varios tipos de sistemas que sirven para impartir los conocimientos de esta danza: en primer lugar el ruso, o método Vaganova de la maestra Grippina Vaganova; el método Italiano, el Francés, el Danés, del profesor August Bournonville; el ingles, o Royal, impulsado por el método Vaganova, y el cubano, impulsado por Alicia Alonso.








                                                                                                                        

El Ballet en Venezuela

A principios del siglo XX el ballet en el país estaba representado únicamente por compañías extranjeras que asistían por temporadas a dar espectáculos. En Venezuela no existían escuelas ni compañías de ballet o danza hasta el año 1945, cuando los bailarines argentinos Hery y Luz Thomson, quienes pertenecieron a la compañía Ballet del Coronel de Basil, emprendieron un proyecto en el Liceo Andrés Bello (institución oficial de educación media) que se llamaría Cátedra de Ballet. Ese mismo año comenzaron las clases de danza clásica.

Un tiempo después los Thomson se separaron del Liceo Andrés Bello e iniciaron de manera privada una especie de escuela de ballet en la casa de una amiga, a la que llamaron el Club de Ballet. La mayoría de estudiantes que integraron la Cátedra de Ballet continuaron sus estudios con los Thomson. En este grupo estudiaron los que luego se convertirían en los bailarines venezolanos pioneros del movimiento balletístico a nivel profesional y que llegarían a alcanzar fama internacional tales como Vicente Nebrada (1930-2002), el coreógrafo más importante de todos los tiempos en el país.

En el año 1948 Nena Coronil, maestra y bailarina venezolana con gran importancia en el país, crea un proyecto ambicioso que buscaba ofrecerles a los estudiantes de ballet maestros de talla internacional de manera que lograran otro nivel técnico y poder brindar espectáculos de altura. Es así como crea la Escuela Nacional de Ballet, de la que salieron bailarines pilares de la historia dancística nacional tales como Vicente Nebreda, Irma Contreras, Graciela Enríquez, Tulio de la Rosa, Alfredo Pietri, Domingo Renault, Maruja Leiva, Zhandra Rodríguez, Vinicio Leira, Margot Contreras, Belén Lobo, Siudy Quintero, entre otros. La variedad de estilos educacionales que tuvieron al alcance los primeros alumnos venezolanos, dieron como resultado una versatilidad, amplitud de movimientos y puestas en escena que caracterizan al movimiento escénico venezolano.

Hoy en día otros nombres de gran importancia son reconocidos en este mundo, tales como Nina Novak,  maestra y directora artística de la Fundación de Ballet de Cámara y de la Academia Venezolana de Ballet Clásico “Nina Novak” y Johana Fernández, ex bailarina del Ballet Nacional Teresa Carreño por más de 30 años y maestra de la escuela de ballet Johana Fernandez y la Escuela de Ballet Keila Ermecheo.
Zhandra Rodríguez

“El ballet fue y siempre será mi vida, no me imagino vivir sin el. A pesar de que tuve que dejar de bailar nunca deje de enseñar. Me complace ver como mis alumnas crecen en este medio y se convierten en todas unas estrellas. Algunas se quedan a mitad de camino cuando comienzan la universidad o adquieren otros compromisos, pero nunca dejan de tener contacto con este mundo. El ballet te siembra algo muy hermoso” comentó la maestra Johana en la sala de su casa.



                                                                                                      
         
En su mayoría, las personas ven el ballet como algo romántico, y por qué no decirlo, hasta sencillo. Pocas veces se imaginan el trabajo tan arduo que hay detrás de esas hermosas posiciones e impecables montajes. “Mis alumnas me adoran, pero ninguna me quiere ver molesta porque ayy! Saben lo que le espera. La base del ballet es la disciplina y la constancia, siempre se los digo: conmigo tienen que bailar pegao´, en el ballet el 20% es talento y el 80% es trabajo”, agregó.


Johana Fernández


Todos los días el ballet en Venezuela evoluciona, cada situación social, climática, geográfica y  hasta política cambia el pensamiento de todos en el país. Con los bailarines y el ballet ocurre lo mismo. “Baile en muchísimos lugares del mundo, así como compartí el escenario con bailarines de diferentes nacionalidades. Si no compartíamos el idioma no importaba, nuestra real comunicación era a través de la danza. Y sí, la diferencia se siente. No era igual bailar en Cuba que en Nueva York, por ejemplo, pero en definitiva no es lo mismo bailar afuera que en tu tierra, aquí en tu patria. En ballet hace 30 años en Venezuela no es lo que es hoy día, muchas cosas han cambiado, empezando por la disciplina, aunque yo particularmente trato siempre de mantenerla.”, aseguró la maestra.

El ballet del Teatro Teresa Carreño es conocido mundialmente, se ha exportado desde hace varios años talento nacional que ha dejado al país con el nombre bien en alto. La maestra Johana en el año 1991 bailo un “Joropo en puntas” que dejo a Nueva York exaltado a tal punto de que pocos días más tarde su nombre resaltaba en las paginas de New York Times.
Pero no solo en caracas esta el talento, esto se ha regado a nivel nacional contando con más de 100 escuelas en todo el país, que imparten esta hermosa disciplina queriendo convertir a sus estudiantes en participes de la culta regional. “Siempre que puedo viajo a diferentes escuelas del país para dar clases, algunas son escuelitas pequeñas que no cuentan con recursos para hacer grandes espectáculos, pero te puedes quedar loca si ves ese gran talento.”, culminó.

En el país el amor por nuestra patria y el apoyo a la cultura debe ser un pilar fundamental en la sociedad. El ballet es una disciplina artística muy hermosa que se ha ido regando por cada rincón de Venezuela llenando de alegría a muchos estudiantes que sueñan con estar en los escenarios y mostrar grandes espectáculos convirtiéndose una opción más en el teatro venezolano. 


Valentina Diaz
Ci.: 19822290


1 comentario:

  1. El 24 de febrero de 1968, Ballet-Arte inicia sus actividades con el nombre de “Escuela Municipal de Ballet”, por ser el Concejo Municipal del Distrito Federal quien diera el apoyo económico para su funcionamiento. La Escuela se establece en los altos del Teatro Municipal de Caracas gracias a las gestiones de Juan Liscano y Eduardo Morreo, Presidente y Secretario Ejecutivo de Fundateatro, respectivamente, quienes para entonces cedieron los espacios del teatro.
    En octubre de 1972 se constituye legalmente la “Fundación Centro Ballet-Arte”, con la finalidad de buscar amigos y benefactores para la Escuela, dotarla de una base económica sólida y estable, y proveerla de recursos materiales y humanos necesarios para la formación profesional de sus alumnos. En el mismo documento, es registrada legalmente la Escuela bajo el nombre de “Escuela de Ballet Gustavo Franklin”.
    En mayo de 1973, el presidente de Fundateatro, Dr. Salvador Itriago, desaloja a la Escuela de los espacios del Teatro Municipal para ceder esos espacios para los ensayos de la ópera. La maestra Lidija Franklin para mostrar su desacuerdo con esa decisión y en protesta, siguió dictando sus clases de ballet en el medio de la calle a las puertas del teatro, causando gran escándalo en la sociedad caraqueña.
    Los esposos Franklin no se dieron por vencidos e iniciaron la búsqueda de un nuevo espacio. Durante 2 semanas repartieron las clases entre una escuela de enfermería en San Bernardino y la escuela privada de las Palmas; los siguientes 6 meses funcionaron en el YMCA de San Bernardino; luego utilizaron durante año y medio la mezzanina del edificio Celsa, en la Candelaria, cedida por el entonces Ministro de Educación Dr. Pérez Olivares; y, finalmente, gracias a las gestiones de María Cristina Newman, Elías Pérez Borjas y el Sr. Felipe Llerandi, la Escuela se muda en 1976 al P.H. del edificio Tajamar de Parque Central, sede que aún ocupa en la actualidad.2 El 14 de noviembre de 1985, por decisión de la Asamblea General y en honor al fallecido Sr. Gustavo Franklin, se cambian los nombres a “Fundación Gustavo Franklin” y “Escuela Ballet-Arte”.

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